Por Manuel Guerra
Tiempo atrás, cuando se establecieron conversaciones entre el PNP y algunos partidos de la izquierda con el propósito de articular un frente electoral unitario, la derecha dio el grito en el cielo, y de inmediato se puso a conspirar para impedir que cristalizara esa posibilidad. Su estrategia estuvo orientada a meterle miedo a Ollanta Humala, haciéndole saber que más le valía estar aliado con el diablo que con Patria Roja. Un titular de Correo, craneado por el inefable Aldo M, resumió en qué consistía el manejo inquisitorial de la derecha: PATRIA ROJA MAS OLLANTA HUMALA, IGUAL DINAMITA. Y sobre esta “idea fuerza” se realizó una ofensiva en toda regla, deslizando el mensaje que la izquierda no aportaba, ni sumaba nada al candidato nacionalista, y que más le valía sacudirse de tan incómoda compañía.
Contrariamente a lo esperado Ollanta arrugó y se colocó a la defensiva. Más temprano que tarde salió a negar públicamente lo que había afirmado en privado, y aseguró que de ninguna manera estaba en sus planes aliarse con Patria Roja y que él no era de izquierda, sino nacionalista, y que todos los que quisieran podían sumarse a su proyecto, pero que de alianzas, nones. Corolario de todo esto fue la fragmentación de las fuerzas antineoliberales en el proceso electoral municipal y regional, frustrando la expectativa de muchos sectores del interior del país que tenían avanzados sus compromisos unitarios, y que a la hora de firmar los acuerdos se dieron con la sorpresa que la dirección del PNP simplemente desautorizaba a sus bases y se negaba a refrendar los compromisos.
La decisión de diversas fuerzas sociales y políticas de dar la batalla por Lima, es decir disputarle este escenario a la derecha y romper la falsa polarización que se estaba construyendo entre Lourdes Flores y Alex Kouri, es enteramente justa y correcta. Las circunstancias han colocado a Susana Villarán a la cabeza de esta confluencia, y su liderazgo está jugando un papel importante para articular y acrecentar este espacio, darle confianza a la gente que la unidad es posible, y también la esperanza que las cosas pueden cambiar para mejor.
En circunstancias que crece la intención de voto por Susana, la derecha nuevamente se ha dedicado a lanzar un fuego nutrido para impedir que su candidatura alcance un nivel de protagonismo y petardear la unidad alcanzada, recurriendo otra vez al manoseado sambenito de usar a Patria Roja como cuco, pretendiendo que somos una suerte de apestados o leprosos políticos, con los que no conviene tener ningún trato. Pero a diferencia del candidato nacionalista, Susana no ha caído en el chantaje macartista, no se asusta, ni niega, ni reniega de sus aliados, y eso dice mucho de ella en un país donde los políticos no se caracterizan precisamente por sus lealtades.
Desde la izquierda hay también quienes presionan contra el entendimiento con Susana. Y sacan a relucir que es una socialdemócrata, que es anticastrista y antichavista. ¿Cómo es posible que Patria Roja se alíe con gente así? Hay que responder que ya bastante daño sufrió en el pasado la izquierda peruana, cuando puso como línea divisoria sus simpatías o antipatías con experiencias extranjeras. Ser internacionalistas es una cosa, y nadie puede reprochar a Patria Roja inconsecuencia en este tema; colocar lo internacional como base de nuestro programa concreto, y a partir de ello definir la política de alianzas, es otra muy distinta, con la que no estamos en absoluto de acuerdo.
Pero además ¿Quién ha dicho que la unidad se hace solamente entre los iguales? Si seríamos iguales estaríamos todos en un partido, ya no habría necesidad de frente único. El Frente se organiza entre fuerzas diferentes que coinciden en una plataforma o programa, no con los que coinciden en el cien por ciento. Ya Mariátegui señalaba que “el frente único no anula la personalidad, no anula la filiación de ninguno de los que lo componen. No significa la confusión ni la amalgama de todas las doctrinas en una doctrina única”. Asimismo, en la izquierda estamos aprendiendo a unirnos a partir de lo que coincidimos y no a partir de lo que nos diferencia. Las diferencias las iremos trabajando paso a paso, con criterios fundamentalmente políticos y no ideológicos.
Estamos por la más amplia unidad de los sectores de izquierda, patrióticos, progresistas, democráticos que aspiran a un nuevo Perú. La base de esta unidad no puede ser sino un proyecto de país, que a nuestro juicio tiene cuatro elementos básicos: Nueva república, Nueva Constitución, Proyecto Nacional y Gobierno democrático, patriótico, de regeneración moral y ancha base social. En torno a este objetivo caben muchas fuerzas políticas, sociales, culturales, religiosas, étnicas, empresariales, ecologistas, de género, juveniles. Si coincidimos en un proyecto de país, o más concretamente, en un proyecto para Lima, ¿Por qué no puede unirse Susana Villarán con Patria Roja, y viceversa?
18.08.2010 -- Partido Comunista del PerúPatria Roja
Tiempo atrás, cuando se establecieron conversaciones entre el PNP y algunos partidos de la izquierda con el propósito de articular un frente electoral unitario, la derecha dio el grito en el cielo, y de inmediato se puso a conspirar para impedir que cristalizara esa posibilidad. Su estrategia estuvo orientada a meterle miedo a Ollanta Humala, haciéndole saber que más le valía estar aliado con el diablo que con Patria Roja. Un titular de Correo, craneado por el inefable Aldo M, resumió en qué consistía el manejo inquisitorial de la derecha: PATRIA ROJA MAS OLLANTA HUMALA, IGUAL DINAMITA. Y sobre esta “idea fuerza” se realizó una ofensiva en toda regla, deslizando el mensaje que la izquierda no aportaba, ni sumaba nada al candidato nacionalista, y que más le valía sacudirse de tan incómoda compañía.
Contrariamente a lo esperado Ollanta arrugó y se colocó a la defensiva. Más temprano que tarde salió a negar públicamente lo que había afirmado en privado, y aseguró que de ninguna manera estaba en sus planes aliarse con Patria Roja y que él no era de izquierda, sino nacionalista, y que todos los que quisieran podían sumarse a su proyecto, pero que de alianzas, nones. Corolario de todo esto fue la fragmentación de las fuerzas antineoliberales en el proceso electoral municipal y regional, frustrando la expectativa de muchos sectores del interior del país que tenían avanzados sus compromisos unitarios, y que a la hora de firmar los acuerdos se dieron con la sorpresa que la dirección del PNP simplemente desautorizaba a sus bases y se negaba a refrendar los compromisos.
La decisión de diversas fuerzas sociales y políticas de dar la batalla por Lima, es decir disputarle este escenario a la derecha y romper la falsa polarización que se estaba construyendo entre Lourdes Flores y Alex Kouri, es enteramente justa y correcta. Las circunstancias han colocado a Susana Villarán a la cabeza de esta confluencia, y su liderazgo está jugando un papel importante para articular y acrecentar este espacio, darle confianza a la gente que la unidad es posible, y también la esperanza que las cosas pueden cambiar para mejor.
En circunstancias que crece la intención de voto por Susana, la derecha nuevamente se ha dedicado a lanzar un fuego nutrido para impedir que su candidatura alcance un nivel de protagonismo y petardear la unidad alcanzada, recurriendo otra vez al manoseado sambenito de usar a Patria Roja como cuco, pretendiendo que somos una suerte de apestados o leprosos políticos, con los que no conviene tener ningún trato. Pero a diferencia del candidato nacionalista, Susana no ha caído en el chantaje macartista, no se asusta, ni niega, ni reniega de sus aliados, y eso dice mucho de ella en un país donde los políticos no se caracterizan precisamente por sus lealtades.
Desde la izquierda hay también quienes presionan contra el entendimiento con Susana. Y sacan a relucir que es una socialdemócrata, que es anticastrista y antichavista. ¿Cómo es posible que Patria Roja se alíe con gente así? Hay que responder que ya bastante daño sufrió en el pasado la izquierda peruana, cuando puso como línea divisoria sus simpatías o antipatías con experiencias extranjeras. Ser internacionalistas es una cosa, y nadie puede reprochar a Patria Roja inconsecuencia en este tema; colocar lo internacional como base de nuestro programa concreto, y a partir de ello definir la política de alianzas, es otra muy distinta, con la que no estamos en absoluto de acuerdo.
Pero además ¿Quién ha dicho que la unidad se hace solamente entre los iguales? Si seríamos iguales estaríamos todos en un partido, ya no habría necesidad de frente único. El Frente se organiza entre fuerzas diferentes que coinciden en una plataforma o programa, no con los que coinciden en el cien por ciento. Ya Mariátegui señalaba que “el frente único no anula la personalidad, no anula la filiación de ninguno de los que lo componen. No significa la confusión ni la amalgama de todas las doctrinas en una doctrina única”. Asimismo, en la izquierda estamos aprendiendo a unirnos a partir de lo que coincidimos y no a partir de lo que nos diferencia. Las diferencias las iremos trabajando paso a paso, con criterios fundamentalmente políticos y no ideológicos.
Estamos por la más amplia unidad de los sectores de izquierda, patrióticos, progresistas, democráticos que aspiran a un nuevo Perú. La base de esta unidad no puede ser sino un proyecto de país, que a nuestro juicio tiene cuatro elementos básicos: Nueva república, Nueva Constitución, Proyecto Nacional y Gobierno democrático, patriótico, de regeneración moral y ancha base social. En torno a este objetivo caben muchas fuerzas políticas, sociales, culturales, religiosas, étnicas, empresariales, ecologistas, de género, juveniles. Si coincidimos en un proyecto de país, o más concretamente, en un proyecto para Lima, ¿Por qué no puede unirse Susana Villarán con Patria Roja, y viceversa?
18.08.2010 -- Partido Comunista del PerúPatria Roja
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